UNA CONFESIÓN
Buenos días iglesia, hoy debo confesar ante ustedes, debo hacerlo, ¡no puedo callar más!.
Hace poco, un varón de Dios, se acercó a mí; estaba ministrando en ese momento, abrió sus brazos, bastante por cierto para abrazarme por el abdomen, como efectivamente lo hizo (hasta donde le dieron sus brazos); abrazado, me llevó al centro del altar, me presentó ante mi autoridad y dijo:
Pastora, "Este hombre es de corazón generoso".
Estaba yo expectante a la manifestación de Dios para mí en ese instante sublime, pero el hombre de Dios comenzó diciendo eso, aquí viene mí confesión: me causó mucha desconfianza con esta introducción, pensé: ¡este tipo, me quiere sacar una plata que yo no tengo!, y estuve prevenido. Tuvo el Señor que mencionar cosas que me estremecieron, tales como que: “Él me escucha cuando llego ante Él en oración”; eso me desbarató totalmente y me hizo superar la desconfianza con el siervo que hablaba de parte suya.
En todo caso, y en honor a la verdad, no entendí que quiso decirme ABBA con eso de un corazón generoso. Le pregunté a Él y después me respondió en su santa Palabra, ¡Quedé atónito! ¡Waaaaoooooo!.
Mira y corrobora lo que dice Proverbios 11:25:
“El alma generosa será prosperada; Y el que saciare, él también será saciado”.
¡Saaantoooooo!
Confieso que desconfié de aquel profeta; dudé que me hablase de parte de Dios. Así nos ocurre, por desconocimiento perecemos los suyos. Pensaba ¿Qué sería...,? y Dios anunciaba ante mí , ante la congregación, y ante mi autoridad espiritual, que Él me prospera porque mi alma es generosa, como en efecto es.
¡Cuánta generosidad de Él para con nosotros!
La generosidad produce prosperidad.
Quiero un pueblo de Dios rebosante de toda prosperidad, en el Manual de Vida nos dice qué hacer.
Edgardo Pabón Miranda
Amén. Eres un hombre generoso en muchos sentidos , pero hoy destaco tu generosidad en enseñar como maestro de la casa. Gracias por tu generoso tiempo. Dios te bendiga.