SEPARADOS DE DIOS, NADA SOMOS
Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. Juan 15:4-5
En este texto, podemos ver como El Señor nos dice que Él es la vid (tronco) y a nosotros nos compara con los pámpanos (ramas). Teniendo en cuenta esto, en el plano natural, una rama que se desprende del tronco, poco a poco se va secando, hasta que llega el momento que ésta muere; ya que ella para mantenerse viva, depende de los nutrientes del tronco. Al ser separada de ese tronco, deja de recibir los nutrientes y por tanto muere.
Ahora vamos al plano espiritual: imaginemos que esa rama somos tú y yo y que nos desprendemos del tronco; entonces poco a poco, como ya no nos estamos alimentando de la savia, de los nutrientes de ese tronco, comenzamos a secarnos y pronto nos podremos morir.
El Señor quiere que hoy reconozcamos que dependemos de su savia, de su tronco para mantenernos vivos, para que fructifiquemos. Él no quiere que nos sequemos y muramos, Él quiere darnos vida y vida en abundancia (Juan 10:10); ¡Él mismo es la vida! Lamentablemente, muchas veces decidimos separarnos de Él, olvidando que separados de Él nada somos, nada podemos hacer; porque es en Él que podemos lograrlo todo, vencerlo todo.
En Él somos más que vencedores(Romanos 8:37), pues Él nos fortalece, nos alienta, levanta y ayuda en cualquier debilidad.
Recuerda: ¡separados de Dios, nada somos y nada podemos hacer!
Pastora Pierina González
Amén 🙏
Amén