¿Qué tipo de sal eres?

Buena es la sal; más si la sal se hiciere insípida, ¿con qué se sazonará? Ni para la tierra ni para el muladar es útil; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír que oiga. Lucas 14:34-35

La sal es utilizada en la cocina para resaltar y potenciar de forma natural, los sabores de los alimentos... Esto me recuerda cuando el Señor sopló en el hombre aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente, lo cual quiere decir que el Padre crea en nosotros unos depósitos, como los potenciales, talentos, habilidades; las cuales se potencian cuando recibimos a Cristo, y el Espíritu Santo habita en nosotros.

Esto implica que nuestra vida sea transformada y que nosotros —por agradecimiento y por amor a Dios—, seamos como la mujer samaritana que cuando un día se le apareció Jesús, estuvo tan feliz y agradecida por lo que Él hizo por ella que salió corriendo a hablar del Maestro. La pregunta es: ¿Cuán agradecidos hemos sido por lo que Jesús ha hecho en nosotros?, ¿Donde trabajas, has hablado de Jesús?, ¿tus vecinos conocen quién es Jesús?, ¿el portero de tu edifico sabe de Jesús?

El Señor nos llama “la sal de la tierra”, es decir, hay alguien en esta tierra que necesita lo que tú portas, que necesita lo que Él ya te entregó, que necesita que le sazones la vida, que necesita ser potencializado, que necesita que su vida tenga sabor, que su vida tenga sentido.

Necesitamos sazonar la vida de muchos. Y así como en la cocina se utiliza   diferentes tipos de sal: sal común, marina, sal negra, sal del Himalaya, sal Maldon (o escamas). Así mismo, hay un pueblo que espera tu tipo de sal, la sal que eres y lo que vas a aportar. 

Por Jonás, había un pueblo que lo esperaba y todos se arrepintieron. En el discurso de Pedro, se convirtieron unas 3000 personas y se bautizaron. Así que ¡anda!, ve por el tuyo. 

Te bendigo,

Ingrid Margarita Salas