Matrimonio - religioso

MATRIMONIO - RELIGIOSO

Buenos días iglesia. 

Asumimos cada cosa que sucede, dependiendo del concepto que de eso tengamos preestablecido, porque puedes tomarlo como una bendición o como un castigo (merecido o inmerecido).

Aprendimos y hemos asumido muchas cosas, entre estas, el caso del matrimonio, ¿Pero qué sabemos realmente de él ? ... Que es necesario, obligatorio, una meta, algo que deja de ser agradable, que es un yugo difícil de llevar, pero que hay que preservar no importa lo que pase, aunque lo que en sí debía ocurrir en él, quieres y lo hagas por fuera de él , entonces tu comunicación fluida es con la mujer (hombre) extraña(o) [Proverbios 3], porque en casa se pasa bravo(a), enojado(a).

Así es la religión, pensamos que cumpliendo con sus formalidades, estamos empatados con Dios, porque el que peca y reza, empata! Así dice el dicho popular, pensamos que si vamos, nos ve y nos ven, sin importar que pase de ahí para afuera, todo estará OK.

El matrimonio lo tomamos más o menos por ahí, cumplimos con la formalidad, con el pasar de los días se empieza a debilitar, a alejar, a cambiar su sabor, a no generarnos ganas de estar ahí, porque el dulce empieza a saber a hiel, donde lo que fue grato inicialmente, ahora son puros deberes y pocos placeres; ahora, aquellos pequeños deleites, los sigues queriendo hacer pero con otra(o), ir a tal lugar, sí, pero con alguien distinto al que muy posiblemente ABBA dijo, creó y formó para que caminara junto a ti, tomados de Su mano poderosa.

Hoy, quiero invitarte a que te salgas del formato social, ¡No sigas al matrimonio ni la religión por obligación!.

No a la religión: en vez de eso que nos impusieron sin nosotros decir quiero o no quiero, mejor tienes una relación con Dios, ¡Si! RELACIÓN SÍ, religión NO. Las relaciones son entre personas, Él espera que lo busques, está dispuesto a dejarse encontrar, es más, está a la puerta llamando, si le abres entrará, y cenarás con Él y Él contigo (Apocalipsis 3:20), disfrutarás el verdadero amor, ese que es sanador, liberador, protector, donde tendrás expectativas, esperanzas, promesas que se realizan en cuanto estes listo, pero ante todo, vida eterna.

Si fuimos o somos religiosos, cortemos con eso, Jesús no vino a apoyar a un sistema religioso, dicho sea de paso, la religión lo que  hizo, fue matarlo; en cambio, estableció Su Iglesia, le dió instrucciones, la dotó de poder, y dijo que estaría con ella hasta el fin del mundo (Mateo 28: 18 - 20). Es bueno tener presente que la Iglesia está conformada por los nacidos de nuevo, los que reciben y siguen a Jesús.

¿De qué te sirve, seguir exclamando: ¡Que lindos, parejas así ya no se ven, que perduren, que se amen y sean felices! Hazlo tú, deja de creer que quien está a tu lado es lo peor , mírale como al principio, rescátala (o), el Padre te la(o) dió para siempre, disfruta su compañía, tómate el café o el helado, el viaje, la comida, los buenos y malos momentos con esa persona. Recuerda quién escogió a quién, mejor aún, quién fue que la(o) creó para que fuera tu...

Si estás leyendo esto, es porque has nacido de nuevo, si no dejaste de leer es porque has tenido matrimonio y quieres encontrar una luz, una voz de aliento, a ver si alguien comprende lo que has vivido;porque, tal vez quisieras un consejo, lo vas a recibir de parte de quién nos inspira en el Cuerpo de Cristo:

“No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cómo es la voluntad de Dios: buena, agradable y perfecta”. (Romanos 12:2)

A mí, Dios me cambió ambas percepciones, lo que hoy vivo, lo vivo en el Señor, a quien amo y sirvo; Él viene restaurando áreas tan importantes de mí vida como es mí matrimonio, me ha mostrado la ruta para disfrutarlo, al contrario de lo que había hecho. Ahora, Su Palabra es lámpara a mis pies, y lumbrera a mí camino. (Salmo 119: 105).

Para concluir, Dios nos recuerda:

“Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.” Jeremías 29:11.

Edgardo Pabón