LLAMAS DE FUEGO
Buenos días Iglesia. Pierde el tiempo el que cree que congregándose, o asistiendo al servicio, se está poniendo a cuentas con Dios; que con eso le quiebra los ojos, le dobla el brazo, y lo rinde a sus pies, porque le hizo el enorme favor de ir al servicio. ¡La cosa no es por ahí!; es entrar en otra dimensión, la de los que le adoran en espíritu y en verdad, de los que tienen un espíritu enseñable y dispuesto a su accionar.
Estuve en un servicio de adoración al Señor que hace la iglesia a mitad de semana, y tremendas vivencias las que tuve, porque Él no nos lleva como espectadores, sino como participantes de su mover y gloria. Puedo decirte que me confirmó algo que me venía oliendo: “¡Soy MINISTRO DE DIOS!”. Sí, y me lo mostró, me hizo saber que así como Elías lo encontró en un silbo apacible y delicado (1 Reyes 19:12), Él me usa en lo sencillo y silencioso, tomando mi hombro para que sus hijos reposasen; usa mis manos, para tenerlas y levantar al caído, y mis oídos para escucharles; usa mis brazos para trasmitir su calidez y amor a través de un abrazo; y usa mi boca para dar una palabra esperanzadora, para entregar una sonrisa que refleja su presencia y complacencia con ese hijo; usa mis ojos para mirar con su ternura y compasión, así como en otras cosas que Él sabrá que hacer a través de este hijo suyo por gracia de Jesús.
“Ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, Y a sus ministros llama de fuego”. Hebreos 1:7.
Así que soy uno más de SUS LLAMAS DE FUEGO
Hay ministerios muy visibles, sonoros e impactantes; así mismo Él obra a través de los que lo encontramos en el silbo apacible y delicado, en cosas menos sonoras, pero muy efectivas de parte suya. La honra y la gloria son de Él y no del ministro, porque esta llama de fuego, solo refleja al que habita y obra en, y desde él.
Esto me lo reveló el Espíritu Santo, en el de curso del servicio de su Iglesia, y fue en el tiempo en que le adorábamos y alabábamos; porque como escrito está: “Pero tú eres santo, tú que habitas entre las alabanzas de Israel.” Salmos 22:3
Ya en el epílogo de este devocional, evoco lo dicho por el Señor: “Nadie pone en oculto la luz encendida, ni debajo del almud, sino en el candelero, para que los que entran vean la luz.” Lucas 11:33
También somos sus ministros, los que Él usa en lo discreto y no tan visible: como el intercesor, o el que sirve usando su fe para sanar, o el que comparte de lo poco o de lo mucho que Dios le da, o el que se siente pleno al servir con amor a los demás.
Un abrazo fraterno para las “llamas de fuego”. que iluminan silenciosamente dónde abundó la oscuridad, o donde Dios lo envíe.
Edgardo Pabón M.
Amén 🙌
Amén