LA MUERTE QUE DA FRUTO
“Ciertamente les aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo; pero si muere, produce mucho fruto.” Juan 12:24
Cuando hablamos de “muerte”, pensamos en lo nefasto, lo trágico, lo último, porque implica la culminación o la separación de algo o de alguien.
Esta palabra no tiene la misma connotación en el reino de los cielos, porque se refiere a la caída del hombre, a la paga del pecado, pues, aunque se viva físicamente, espiritualmente se está muerto. "Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron." Romanos 5:12; pero por su amor y misericordia al mundo, envió a su hijo Unigénito, a Jesús, para rescatarnos, sacándonos de ese estado, lo mandó como el Salvador del mundo, que salva a aquel que en Él cree (Juan 3: 16-18).
Ahora, pensemos en esa semilla de trigo: para que germine y llegué a fructificar, es necesario que caiga en tierra y muera, para que de ella, pueda brotar vida, tendrá que pasar por varios procesos; ahí sí, aflora y da el fruto deseado por el sembrador.
El que siembra es Jesús, la semilla eres tú, soy yo; y la caída en tierra del grano, tipifica lo que nos corresponde hacer cuando somos salvados de la muerte. Es útil reconocer todas aquellas cosas que no están bien, que nos mantenían muertos en vida: orgullo, altivez, arrogancia, falta de perdón, ira, manipulación, depresión, miedo y todo aquello que no proviene de Dios. Estamos llamados a morir a cada una de ellas. Lo más seguro es que esa muerte sea dolorosa, pero puedes estar seguro que todo lo que entregues genuinamente y hagas morir en ti, resucitará en gloria y dará mucho fruto, “…se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder; se siembra cuerpo natural, resucitará cuerpo espiritual" 1 Corintios 15: 43-44.
Es hora de identificar eso que nos sigue alejando de Dios, echarlo en tierra para que muera, porque fuimos diseñados para la vida fructífera. Tengamos presente, que en Cristo somos más que vencedores.
Que esta palabra germine y dé frutos en tu corazón.
Con amor, Natalia Torre
Amén