LA HUMILDAD Y EL AMOR, ÚSALAS PARA AYUDAR
“No debiste alegrarte cuando desterraron a tus parientes a tierras lejanas. No debiste gozarte cuando el pueblo de Judá sufría semejante desgracia. No debiste hablar con arrogancia en ese terrible tiempo de angustia.”. Abdías 1:12
Esta es una palabra un poco dura, donde el Señor anuncia un juicio al pueblo de Edom por la violencia con la cual trató al pueblo de Israel en el momento que fueron invadidos y se negaron a ayudarlos.
En esta palabra el Señor nos deja una gran enseñanza para aplicar a nuestras vidas: de nada nos sirve el orgullo, la arrogancia, enaltecernos y creernos más que otra persona. Hay momentos donde el Señor nos bendice y nos pone en lugares de privilegio, pero en esos momentos olvidamos lo humildes que debemos ser, y por el contrario, nuestro corazón se engrandece y olvidamos que hemos venido a este mundo para servir, para ayudar, para tender la mano a quienes estén en dificultad.
Es una palabra de mucha reflexión, de analizarnos como cristianos: ¿qué tan bondadosos somos?, ¿nos ven nuestros hermanos como ese refugio donde pueden encontrar ayuda, o por el contrario ni se atreven a acercarse a nosotros?.
Dios nos está invitando a cultivar la humildad en nuestro corazón; a ser un refugio seguro para otros; a no alegrarnos del momento difícil de nuestros hermanos; a no juzgar, ni maltratar a los demás; a entender que un hermano que cae en dificultad, es alguien que pide a gritos ayuda, apoyo, bondad y amor.
Hoy, te invito a no juzgar ni señalar, sino más bien a dar amor a ese hermano que pasa un momento difícil en su vida.
Olivia De Lima Caballero
Amén. Hermosa enseñanza. Bendecimos tu vida Olivia.
Amén amén aleluyaaaa
Mateo 12: 46-50 46 Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar. 47 Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. 48 Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? 49 Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. 50 Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, y hermana, y madre.