LA ADORACIÓN
Buenos días mis amados hijos de Dios. Hoy traigo una palabra del Supremo, la adoración.
Muchas veces vamos a adorar al Padre , y no sabemos cómo hacerlo, así que iniciamos la adoración, le cantamos, lloramos , pero muchas veces no entendemos por qué estamos llorando , o por qué en el momento de adorarle estamos distraídos pensando en otras cosas.
Debemos tener claro, que a nuestro Padre le gusta que le adoremos; pero para ello, debemos tener nuestro corazón limpio y libre de amargura, dolor, tristeza, para que esa adoración sea limpia y sincera.
Juan 4:23-24 no dice: “más la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es espíritu; y los que le adoran en espíritu y en verdad, es necesario que adoren.”
Al adorar a nuestro Señor, tenemos que hacerlo con respeto, con amor y con obediencia, sabiendo que Dios tiene autoridad sobre nosotros. Él es quien nos guía y dirige. Un ejemplo claro nos lo dan los perros; ellos, se acercan con seguridad y reciben el alimento de la mano de quien los cuida; también se alegran cuando ven llegar a su amo. Así nosotros tenemos que adorar al Padre y alegrarnos cuando nos encontramos con Él.
Cuando tenemos intimidad con Dios, somos libres para adorarlo en espíritu y en verdad; ya que cuando adoramos de esa manera, la adoración es un deleite , y las palabras que brotan salen de nuestro espíritu y de un corazón agradecido.
Apocalipsis 4:1-2 nos dice: “Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí como trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas. Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado.”
Este versículo nos está diciendo, que la verdadera adoración se hace con mi espíritu al Espíritu del Padre; y que, debemos orar en espíritu y en verdad; que la adoración profética está en el oír y en el ver. Cuanto más estamos en el espíritu, su Espíritu nos va a mostrar y revelar las cosas del Reino, sus maravillas; y en la medida que más lo adoremos, se nos despertarán aun más dones; dones que estaban guardados para sus adoradores.
Con la adoración, el Señor trae sanidad, liberación, y sentimos su presencia a nuestro lado.
Gracias, amado Padre celestial, por mostrarme y decirme cómo debo adorarte cada día para así estar mucho más cerca de ti.
Bendiciones, María Arias.
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