El tiempo de Dios no es tu tiempo

Eclesiastés 3:1 “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”.
 
Cada mañana al despertar, Dios renueva sus misericordias, dándote un nuevo tiempo para ver la grandeza de su amor, y que así puedas disfrutar cada momento mientras tengas vida.

No desperdicies tu tiempo pensando en el pasado, en lo que pudo ser y no fue, en lo que quizás pudiste hacer y no hiciste; detenerte a pensar en ello te desgasta y te quita la posibilidad de ver nuevas oportunidades. 

Dios, “todo lo hizo hermoso en su tiempo” (Eclesiastés 3:11); por eso, sea cual sea la circunstancia en la que te encuentres, gózate en medio de tu aflicción, porque nada dura para siempre. Todo tiempo tiene un límite que te permitirá aprender y avanzar a otra temporada.

Así como sembramos en un tiempo, hay otro tiempo para cosechar; así mismo, hay momentos para hablar, y otro para hacer silencio y escuchar la voz de Dios. Por eso cada tiempo que vivas, sea bueno o sea malo, sácale provecho, disfrútalo al máximo, aprende lo que más puedas, alégrate de tus aflicciones, porque el tiempo de Dios es perfecto.

Fayruth Robles Calderón