El maná

Entonces el Señor le dijo a Moisés, " Mira,haré llover alimento del cielo para ustedes" Éxodo 16:4 (NTV)                                                           
                                                                                                                                                     El pueblo de Israel vivió 40 años en el desierto siendo sustentado, cuidado y guiado por Dios. Durante esos años fue nutrido por un alimento que literalmente caía del cielo: “el maná”.  Una nube los protegía del inclemente sol durante el día, y una columna de fuego los calentaba y guardaba de los peligros de la oscuridad de la noche. ¿Se parece algo a tu vida? ¿De qué peligros te ha librado Dios?

La Real Académia Española (RAE), define la palabra MANÁ como: “bien o don que se recibe gratuitamente y de modo inesperado.” Hoy preguntémonos cada uno: ¿qué he recibido yo de Dios, de esa manera milagrosa e inesperada? Estoy segura que encontraremos múltiples respuestas. También sé que muchas veces ni cuenta nos hemos dado, de muchas cosas que llegaron como  provisión divina. No eres solo tú, somos todos, que en algún momento hemos sido igual de desagradecidos como lo fue el pueblo de Israel. 

El maná representa la provisión diaria, esa que llega a nuestras vidas de manera inusitada y  milagrosa. Hace un tiempo escuchamos atónitas, el testimonio de una pareja ministerial de esta iglesia y que tienen 2 pequeños hijos, quienes con gozo, hoy reconocen; que durante 2 años vivieron en el desierto de la escasez y deudas, pero Dios los sostuvo con el maná diario y aún trajo manjares a sus vidas en los peores momentos. Testimonios como estos, sólo aumentan nuestra fe y certeza de saber que si ellos lo vivieron, tú y yo también lograremos atravesar el desierto y salir victoriosos y libres de deudas como hoy ellos están.  

Esta misma pareja contaba en su testimonio, que  cuando sólo tenían $10.000 COP para comer, uno de sus hijos tuvo una fiebre muy alta. Con fe oraron para que bajase la fiebre,  pero no fue así;  entonces, se vieron obligados a gastar la mitad de ese valor ( $5.000 COP) en un medicamento para tratar la fiebre de su hijo.. Cuando regresaban de la farmacia, un amigo el cual no veían hacía muchos años, los vio y se regresó. ¡Oh sorpresa!, estaba ebrio, pero les pidió que oraran por él. Antes de irse, les entregó como ofrenda lo único que tenía en su bolsillo: un billete de $10.000. ¡Wow!, Dios no sólo les permitió comprar el medicamento, les devolvió y sobró. ¡Ese es nuestro Padre! Gracias a testimonios como este, podemos creer que si Él lo hizo con ellos, también lo hará con nosotros! ¡Yo lo creo! 

El maná llega a diario y nunca faltará en nuestras vidas mientras seamos agradecidos, mientras entendamos de dónde proviene y quién lo envió. 

Gracias Padre por tu sustento diario, Claudette Saade.