El mal que no queremos

EL MAL QUE NO QUEREMOS

¡Buenos días, iglesia! Hacemos cosas que creemos son las correctas, pero en el fondo el resultado es contrario, siendo adverso, alejándose de la intención que hay en nuestro corazón. También ocurre que así estemos llenos de la gracia depositada por el Señor, hay actitudes que se alejan del bien que queremos hacer.

Frente a este acontecer, ha escrito el apóstol Pablo: “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago” (Romanos 7:19). Sé que el contexto en que está dada esta palabra, se refiere al poder que ejerce el pecado en el creyente, bueno en realidad es eso lo que ocurre, la injerencia del pecado que al final hace lo suyo.

Para los hijos queremos lo mejor, ¿pero qué es lo que en verdad creemos es lo mejor para ellos? Si somos quienes les apartamos de la realidad de la vida, porque ésta no está llena de puras victorias, sino de luchas tras luchas, para poder avanzar y así alcanzar esas victorias. Ahí está la razón por la cual, a los que llamamos “hijos de papi y mami”, los distinguen más por la arrogancia, petulancia, egoísmo, incapacidades e ineptitudes; que por sus habilidades positivas y éxitos. ¿De dónde nace eso? De los padres que le mostraron la vida desde el disfrute, desechando la estructuración en el trabajo y el esfuerzo para alcanzarlo.

¿Qué tiene que ver el pecado en eso? ¡Todo! No ves que se le da al hijo, todo lo que consideramos debe disponer una persona, para no adolecer de nada; porque se trata del merecimiento de ser “hijo de quien es”, olvidando que ¡no hay victoria sin sacrificio! Padres que se proyectan en sus hijos, queriendo que éstos posean todo lo que ellos probablemente no tuvieron, para que los demás vean que ha sido capaz de propiciarle a su descendiente, lo que él o ella adolecieron, eso se llama: vanidad, altivez, arrogancia, PECADO.

Un hijo de Dios, enseña a sus hijos que todo viene de Dios que lo obtenemos por el esfuerzo y la valentía en dependencia de Él, hay que enterarlos que dependemos de Él y que su búsqueda debe ser permanente, diaria. Cada vez aprecio más el ministerio de Jesús, quien vino: a enderezar lo torcido, a enseñar de Su Padre, a salvar mostrando que es posible vencer con fe y obediencia.

¿Has pedido bendiciones? Los hijos son de las mayores bendiciones que Él nos da. Seamos buenos administradores y mayordomos de esas bendiciones, enseñemos a nuestros hijos a ser hombres y mujeres aptos para la vida, capaces de discernir y obrar conforme a la directriz de Dios, siendo personas de bien que honran a padre y madre; porque hicieron el bien que debieron en ellos y no el mal, para satisfacer lo que le dictó su carne.

Edgardo Pabón