Descubriendo el propósito

DESCUBRIENDO EL PROPÓSITO

¡Buenos días iglesia!, el Señor me ha tenido en silencio por varios días... en realidad, no sé si ya esté listo para transmitir lo que vengo experimentando en Él, si se llega a publicar mi reflexión, es porque ya es propicio.

Para que los hijos de Dios podamos plasmar unas palabras —conforme a su voluntad—, se requiere la vivencia de horas, días, semanas y muchas veces años. Ese tiempo vivido es el que sustenta lo que se pueda expresar, el que vivifica las letras o palabras que se lancen.

Desde hace días vengo todo "movido", he llegado a expresar a los cercanos que me imagino que así es como se sienten las mujeres al final del embarazo. No es de aquí, tampoco de allá, es una mezcla: que lo de allá se debe vivir aquí y que aquí vivimos, lo que luego se nos galardonará allá. Tú me entiendes... Mejor dicho, así es como me he venido sintiendo. Casi a punto de ver el fruto de este trance que indiscutiblemente, es un direccionamiento que estoy recibiendo desde el cielo, para ser aplicado en la tierra.

Debo decirte algo, necesito manifestártelo: un servidor del Reino de Dios, cuando transmite algo, es porque eso es lo que le está siendo entregado. No hay presentación efectiva de Su palabra, si no viene directamente desde arriba.

En las últimas semanas, he hablado exclusivamente de lo que Él viene despachando a mí corazón. Aparentemente dentro de lo programado por nuestras autoridades espirituales, pero resulta que ellos fueron direccionándonos para encausar lo que me viene ocurriendo: últimamente he sido muy tocado con los temas del servidor de Dios y su propósito en nosotros.

El servicio a Dios, está orientado a continuar la obra de Cristo en la Tierra; para esto nos trajo a ser parte de su cuerpo, es decir la Iglesia, para reunirnos en ella a adorarlo y recibir, lo que luego —llenos de su gracia—, haremos en la familia, en la sociedad y en el mundo; con su poder, en su Nombre, para su honra y gloria. No es para gloria personal del servidor, sino del Autor y Consumador de todo.

Ha sido confrontador, asimilar que el nacimiento del Rey no fue exactamente en cuna de oro, sino en un establo, apartado de las personas. María y José fueron los únicos testigos excepcionales de como abrió los ojos en este mundo el Mesías. Pero eso no es todo, es captar realmente a quienes vino a servir Él: a los más necesitados, al preso, al enfermo, al despreciado, al pobre, a la viuda, al huérfano, al hambriento, al sediento, al forastero... a salvar las almas que le entregó el Padre. Es esta obra la que estamos llamados a continuar (llevándolas a sus pies), a fructificar en ellas, las que estarán llenas de su Gloria.

Jesús busca a los sencillos y humildes. Aun los que se creían estar seguros con lo que eran, con lo que habían logrado, cuando oyen de su nombre quieren conocerle, de estos sabemos: Zaqueo, Nicodemo, el Centurión romano, los escribas y fariseos, entre otros.

No hemos sido salvados por nuestras obras, pero si, para hacer buenas obras, las que Él coloca en el corazón. Él no vino para ser servido, sino para servir. Recuerda que haremos lo mismo que Él o cosas aún mayores... Los necesitados de Dios están ahí, esperando algo de parte de Él.

El llamado conforme al propósito está en continuar lo que vino a hacer el Maestro —JESÚS—, ser luz del mundo y sal de la Tierra.

Edgardo Pabón