¡Decídete a abandonar!

Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo. (Efesios 4 31-32. NVI)

Abandonar significa: dejar ir, desistir, renunciar. Sí llegaste hasta aquí para leer qué tenía hoy Dios para ti, entonces Gloria a Dios. Hoy, tiene para ti un mandato para sanarte, y es que abandones los gritos. De pronto dirás, “no, esto no es conmigo”; “yo no soy gritón; “puedo tener otros defectos, pero gritón no”.

Hoy, Papá no te habla de los gritos que se pronuncian con la boca, sino de los gritos que abundan en el corazón. A veces la boca no está gritando, pero nuestro corazón está lleno de amargura, gritando de ira contra el hombre, y enojado con Dios porque nada ha salido como lo esperábamos. ¿Ves por qué llegaste aquí?

Él, primero confronta y luego nos instruye. ¡Qué hermoso es nuestro Papá, lleno de bondad! Él quiere en este día, renovar la habitación de nuestro corazón; llenarla de amor, compasión y perdón. Si en su palabra nos habla de abandonar los gritos, la amargura, la ira, es porque los tenemos guardados ahí, y hoy Él quiere decirnos que no es sano tenerlos hospedados en nuestro corazón; por tanto, es necesario que los abandones y los saques de ese lugar para que no estorben el cumplimiento del propósito que Él tiene para nuestras vidas. Dios es amor.

Si Él perdonó en la cruz, fue porque decidió abandonar los registros que había su corazón de todos aquellos que lo lastimaron. Recodemos, que antes de ir a la cruz Él se hizo hombre; y caminó a esa crucifixión, fue golpeado y lastimado.

Anhelamos resurrección en todas las áreas de nuestra vida; pero esto no sucederá si primero no decidimos obedecer el mandato que está en las primeras líneas de este devocional. ¡Decídete! Pero dirás, ¿Cómo lo hago?¡Perdonando, así como Cristo lo hizo! 

Te bendigo,

Lorayne Villazón